La Simulación de Trastornos Mentales en Psicología Forense

El Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional proporciona importantes elementos a considerar en el diagnóstico de simulación. Así es que en los cuadernos enuncia, entre otros,  los siguientes conceptos:

“Los síntomas simulados según los intereses jurídicos en juego pueden ser representados de múltiples formas, pero en general se tienden a manifestarlos como síntomas aislados o agrupados en síndromes psiquiátricos..

Entre los primeros, encontramos aquellos que por su supuesta simpleza escenográfica para llevarlos a cabo se realizan sin un mayor conocimiento ni preparación previa, por fuera de todo contexto patogénico y sin entidad psiquiátrica que los avale; recreando por ello síntomas poco creíbles y muchas veces risibles.

Por la creencia de su fácil reproducción se tiende a elegir alteraciones que toman funciones cognoscitivas aisladas, tales como amnesias parciales o globales, alucinaciones preferentemente auditivas o visuales, ideas delirantes de persecución o fantásticas, mutismo, desorientación temporo espacial, robo y sonorización del pensamiento, sin dejar de lado, aunque en menor medida, trastornos de la esfera afectiva y volitiva, como compulsiones, impulsividad e indiferencia afectiva.

Entre los segundos, se sitúan aquellos síndromes que el futuro simulador ha observado en otros o se ha informado por terceros o por medio de la lectura para su representación, intentando llevarlos a cabo mediante cierta elaboración y planificación previa.

Aunque se utilicen los mejores recursos teatrales, lo que mayormente se obtiene son burdas copias de enfermedades mentales que por su complejidad y heterogeneidad son difícilmente simulables, más aún para aquel que jamás la ha padecido. Entre los más habituales se ubican los episodios de excitación psicomotriz, de confusión mental, brotes esquizofrénicos, de episodios delirantes, depresiones, insuficiencia mental y crisis convulsivas.”

 

Algunos autores señalan diferentes formas clínicas tales como:

1) Formas Clínicas pasivas

Dominan en ellas todos aquellos procesos psicopatológicos que implican inhibición psicomotriz, predominando el mutismo y los fenómenos psíquicos relacionados a la depresión.

2) Formas clínicas activas

Predominan en ellas los cuadros de excitación psicomotriz que no guardan correlación con ningún tipo de nosología que las sustenten, como la verborragia, manía, brote psicótico y sintomatología de intoxicación.

3) Formas clínicas estuporosas

Consideradas por su rareza menos frecuentes y que serían una variante de las primeras.

 

En cuanto al proceso diagnóstico, se destaca la importancia de analizar los antecedentes de autos obrantes en las causas, para ingresar luego en el terreno del diagnóstico presencial; “…es decir, habrá que realizar el examen actual de las facultades mentales con el fin, no solo de comprobar la existencia de alguna enfermedad mental en curso, sino también de establecer la correlatividad entre el diagnóstico actual y la afección registrada en autos (en su patogenia, sintomatología y secuelas), o con la referida por el interesado durante el proceso judicial”, agregando que “cuando se examina a un presunto simulador hay que tener en cuenta las diversas formas defensivas de engaño que surgen en la dinámica interaccional y que pueda adoptar ante el entrevistador, las que podríamos señalar, a saber:

1) Cuando representa síntomas aislados, estos carecen del contexto patogénico y sindromático que caracteriza a la enfermedad mental, no coincidiendo la conducta general con la esperable al síntoma simulado. Uno de los síntomas aislados que más se intenta simular es la falta de memoria (amnesia), para lo cual el simulador tiende a representarla sin darse cuenta que conforma parte de un conjunto de signos y síntomas procedentes de una afección mucho más compleja, recreando una forma de conducirse totalmente paradojal y absurda. Tal es así que el simulador pese a no recordar ni siquiera su propia identidad, se ubica temporalmente sin ningun tipo de inconveniente, se orienta adecudamente en el ambiente en que se encuentra, responde a las consignas, etc, mostrando con su actitud lo inverosimil y engañoso de su conducta.

2) Cuando se intenta simular sindromes mentales, de por sí pocos frecuentes, su heterogeneidad sintomatológica y sus complicaciones evolutivas, tal cual hemos señalado en párrafos anteriores, hacen que sea muy dificultosa su representación plástica, mostrando al entrevistador un conducta grotesca y por momento payasesca. Aquí el perito no debe caer en la suficiencia médica de creer que todo persona anormal demasiado afectada o incongruente en su decir y accionar sea por ello un simulador.

Se sospecha simulación, cuando:

a) se detectan numerosas pararrespuestas fuera de todo contexto psicopatológico que las avalen.

b) no se comprueba una etiología ni patogenia acorde a la enfermedad representada.

c) se pone demasiado énfasis en resaltar síntomas de enfermedad mental

d) existe profusión de respuestas evasivas ante la eventualidad de ser descubierto en su farsa.

e) la teatralidad y aparatosidad de la conducta no coinciden con la esperable a la patología mental.

f) se presentan cuadros psiquiátricos sin la correspondiente respuesta vivencial.

g) se dan respuestas tendientes a resaltar sintomatología multisindromática.

h) no existe correlatividad entre la sintomatología psiquiátrica y le expresión somática del trastorno.

El simulador tiende a no tomar en cuenta los trastornos somáticos que acompañan a las afecciones psiquiátricas, olvidándose de su representación corporal. Ejemplo de ello, entre otros cuadros, tenemos la depresión profunda, la cual se intenta representar síntomas afectivos conservando un estado corporal sin los signos somáticos propios de dicha afección (adelagazamiento, hipotonía muscular, avejentamiento, etc)

i) pese a su adecuada implementación subsiste refractariedad a los diferentes tratamientos instituidos, faltando en muchas oportunidades la espontánea remisión evolutiva que se observa en muchos cuadros psiquiátricos.

j) la enfermedad se muestra únicamente durante los vaivenes e intereses inherentes al proceso judicial.

k) la actividad gestual no corresponde a la enfermedad que se intenta simular

l) las posibilidades del beneficio jurídico disminuyen, la simulación suele desaparecer.

 

De la misma manera, en el curso de la administración y evaluación de las técnicas de psicodiagnóstico psicométricas y proyectivas deberán tenerse en cuenta los siguientes indicadores:

Entrevista: Pausas, evitación de la mirada, dificultades en la expresión y discrepancia entre el lenguaje verbal y no verbal ante preguntas imprevistas.

Test de Bender: Actuaciones extremadamente desviadas, distorsiones groseras que hasta pueden superar las propias de las psicosis o de patologías de etiología orgánica con alteraciones de la gestalt que coexisten con reproducciones bien logradas, micrografía, incompletud de las representaciones.

Test H.T.P.: Distorsiones evidentes que no son producidas más que intencionalmente, evidenciándose esto en la ausencia de desplazamientos, efectos compensatorios y/o simbólicos producidos con la intervención de mecanismos inconcientes.

Test de Una Persona Bajo La Lluvia: Ídem H.T.P.

Psicodiagnóstico de Rorschach: Respuestas Populares, determinante F, índice de estereotipia y fenómenos especiales de respuestas de máscara aumentados.

Escalas CAPS DX/SX: Elevado puntaje del criterio de Validez Cuestionable.

Inventario SCL-90-R: Puntuaciones brutas superiores a 71 en varones y 75 en mujeres en el índice TSP y puntuaciones extremas (3,20/3,50) en el índice IMSP indican una tendencia a la exageración de la patología, dramatismo o fingimiento.

Puntuaciones brutas TSP iguales o inferiores a 3 en varones y 4 en mujeres con una puntuación bruta IMSP inferior a 1,00 son indicadores de disimulación.

Inventario MMPI-2: Puntajes elevados (T=100 o más) en la escala F y disminuidos (T=40 o menos) en la escala K en casos de simulación. En casos de disimulación se encuentran puntajes disminuidos (T=50 o menos) en la escala F, aumentados (T=70 o más) en la escala L y aumentados (T=71 o más) en la escala K.

 

Por su parte, el manual de Diagnóstico y Estadística DSM IV sostiene que debe sospecharse simulación si existe alguna de las combinaciones presentes:

a-    Presentación de un contexto médico-legal.

b-   Discrepancia acusada entre el estrés o la alteración explicados por la persona y los datos objetivos de la exploración médica.

c-    Falta de cooperación durante la valoración diagnóstica e incumplimiento del régimen de tratamientos prescriptos.

d-   Presentación de un Trastorno Antisocial De La Personalidad.

Lic. Germán G. De Stéfano

Ex Psicólogo del Hospital Eva Perón (Prof. Dr. Mariano Castex)

Ex Perito Psicólogo de los Deptos. Judiciales de San Isidro

y Gral. San Martín Buenos Aires – Argentina

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